En busca de la felicidad: ¿Cómo la cannabis interactúa con las emociones?

Se vislumbra el fin de la pandemia y todavía no se pueden proporcionar las consecuencias emocionales que dejarán casi dos años de encierro. Cómo señala el estudio Termómetro de la Salud Mental en Chile ACHS-UC, el 46,7% de los encuestados confesó tener sintomatología depresiva y un 32,8% presentó algún indicador de inconvenientes en su salud mental. ¿Puede la cannabis ayudar con esta problemática?

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Gran parte de la historia el mundo occidental ha funcionado bajo un prisma binario: lo bueno y lo malo, el pobre y el rico, lo feo y lo bonito, la razón y la emoción, sin contemplar – al menos de forma masiva- los matices. Lo mismo ocurre con la concepción de lo medicinal y su división de lo físico a lo psicológico, cuando lo cierto es que a pesar de los grados, son una gran dimensión y no dos.

Desde que el uso medicinal de la cannabis se instaló en la opinión pública y se convirtió en un objeto de estudio académico e interés ciudadano, se ha demostrado con una contundente evidencia científica que la aplicación de ésta tiene beneficios para los cuerpos de quienes buscan en ella una solución, pero poco se habla de las consecuencias emocionales que provoca el uso terapéutico de la planta en quienes la ocupan. Según el Termómetro de la Salud Mental en Chile ACHS-UC, el 46,7% de los encuestados confesó tener sintomatología depresiva y un 32,8% presentó algún indicador de inconvenientes en su salud mental. Contemplando las cifras cabe preguntarse, ¿puede la cannabis ayudar con dichos pesares y proporcionar una mejor salud mental? LMJ conversó con especialistas y usuarios para dilucidar esta interrogante.


“Mi compañero de trabajo me dio como cinco gotitas, al rato me sentí súper bien, no como si me hubiese tomado un Alprazolam o un Clonazepam, nada que me dé sueño, solo se me quitó esa angustia, esa pena que tenía”. Soledad tiene 57 años y es recepcionista, un mes atrás, aproximadamente, sufrió un episodio que conjugado con una depresión basal preocupó incluso a sus compañeros de trabajo. Fue un fin de semana cuando a raíz de complejos problemas familiares decidió visitar la tumba de su hermana y, en vez de brindarle consuelo, le dio lo contrario. El lunes siguiente llegó a su trabajo con los ojos hinchados y cuando le preguntaron qué había pasado ella simplemente lloró, lloró y lloró.

A pesar de lo ocurrido, Soledad vio en las gotitas de CBD una oportunidad: acostumbrada a tomar fármacos, comenzó a indagar sobre el tema y decidió consultar a un médico de la Fundación Daya y mandó a hacer sus gotitas de cannabis que estarán listas la próxima semana. Aunque no puede dejar los antidepresivos que toma desde los 18 años, quiere comenzar, en compañía de su psiquiatra, a bajar las dosis. “Si existe la posibilidad y me siento bien, obvio que dejo los fármacos”, asegura.

Quienes buscan una solución en la marihuana medicinal generalmente lo hacen por una dolencia física, pero su efecto permea la emocionalidad del paciente. Como explica Manuel Amenábar, kinesiólogo, máster en Ciencias en Manejo del Dolor de la Universidad de Leicester y uno de los fundadores de Kinesiología Cannábica, aunque hay poca evidencia científica sobre la aplicación de la cannabis con un propósito psicológico, lo cierto es que desde un punto de vista fisiológico el sistema endocannabinoide regula múltiples funciones a nivel del sistema nervioso central e interactúa con otros, como el sistema monaminérgico, asociado a problemas de salud mental.

“Hay ciertos neurotransmisores como la serotonina, la dopamina, la noradrenalina y cuando hay depresión y trastornos de salud mental se producen alteraciones en la funcionalidad de estas neuronas y estructuras del sistema nervioso y los cannabinoides interactúan con este sistema, son capaces de modular receptores de serotonina. Entonces, desde el punto de vista fisiológico hay un back up teórico que sustenta el uso de cannabinoides o fitocannabinoides para trastornos de salud mental”, dice Amenábar.

Por su parte Sebastián León, doctor especialista en medicina cannábica, señala que sus consultantes son personas que han probado un sinfín de tratamientos y, si bien la planta no tiene propiedades “antidepresivas”, sí puede generar efectos en la “esfera antidepresiva”, ya que les ayuda a sobrellevar situaciones que resultan invalidantes. “El cannabis actúa en receptores propios denominados CB1 y CB2 del sistema cannabinoide que tenemos todos los mamíferos, actuando en esos receptores se logra modular una sensación dolorosa y pasa lo mismo con los trastornos emocionales”.

El año pasado se concretó en Berlín una conferencia sobre geriatría cannábica, organizada por la International Association for Cannabinoid Medicines (IACM). En la instancia se divulgó un estudio realizado por el Departamento de Farmacología y la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de Sao Paulo, en el cual se indagó sobre el “comportamiento agresivo en ratones”, además de la influencia de los receptores 5-HT1A Y CB1 bajo la influencia del CBD, arrojando como hallazgo que “todas las dosis de CBD probadas indujeron efectos anti-agresivos, indicado por una disminución de número de ataques” entre los ratones que eran objeto de la investigación.

Jubilación verde

Jeny tiene 70 años y es pensionada, vive con Claudio, su marido de 73 años que sufre Parkinson desde hace 23. Aunque ella no tiene una enfermedad crónica, lo cierto es que la situación de su cónyuge le ha provocado un desgaste emocional considerable: “estrés, ansiedad, insomnio, depresión”. Supo de la cannabis medicinal a través de amigos que son usuarios y se aventuró a probarla. Actualmente toma seis gotas de CBD antes de dormir y entre cuatro y seis cuando se siente “acelerada o estresada” durante el día. “Los efectos han sido varios, me calma por sobre todo y reduce la ansiedad, el sueño se me ha normalizado; me despertaba muchas veces y no lograba dormir”, declara.

Por su parte, Claudio comenzó a tomar gotas luego de investigar si éstas no tenían contraindicaciones con los fármacos que toma cada dos horas, desde las 8 de la mañana a la medianoche. Como Jeny, toma seis gotas sublinguales cuando presenta crisis de pánico, “los efectos son ante todo tranquilizantes”.

En la experiencia profesional de Amenábar, solo ha visto efectos positivos en lo relativo a la salud mental de sus pacientes, particularmente en el ánimo y la ansiedad, sobre todo en personas de la tercera edad, etapa vital en la que según él abunda la depresión: “tú le preguntas a cualquier adulto mayor qué medicamentos toma y siempre está la sertralina o algún antidepresivo, un ansiolítico, siempre para poder dormir. Muy pocas veces me he encontrado con un adulto mayor que no las tome”, añade. Por su parte, el doctor León asegura: “si el cannabis tiene acción eliminando el dolor y las náuseas, eso también ayuda en la esfera psicológica: para un paciente con cáncer tener esa enfermedad es algo bastante complicado desde el punto de vista emocional y mental, poder ayudarlos con esto es muy importante para complementar el tratamiento convencional que esté cursando el paciente”.

Soledad espera ansiosa la entrega de su concentrado de CBD, pero reclama el alto precio de éste: “lo encuentro carito, porque es estar gastando 50 mil pesos todos los meses, yo trabajo y gano el mínimo, pero al final voy a tener que hacerlo porque si me hace bien, entonces voy a tener que ponerlo en una balanza más adelante”. También se queja de la falta de información respecto al tema: ella representa a una generación cuyos prejuicios hacia la marihuana se nutren del discurso nixoniano que caló profundo décadas atrás y que hoy tambalea gracias a la narrativa de las generaciones más jóvenes. “Ha habido un crecimiento en el uso de cannabis en el adulto mayor y gran parte de esa relajación con el tema tiene que ver con la educación que los mismos nietos y la gente que los rodea les da”, indica Amenábar.

Volviendo a lo binario, dentro de ese prisma siempre ha destacado el conflicto entre lo racional y lo emocional, siendo lo primero atribuido a lo masculino, mientras que lo segundo a lo femenino. Así, históricamente las emociones han pasado a segundo plano por una supuesta inferioridad frente a su contraposición. ¿Es lo anterior la causa de que no hayan suficientes estudios sobre los efectos de la cannabis en este campo? Aunque no hay una respuesta única e irrefutable, resulta inconcebible que se separe lo físico de lo mental, cuando se tiene que entender como un todo.

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