Marihuana al velador: Efectos de la cannabis en el sexo

Sexo y drogas siempre han venido de la mano. Nunca antes como lo que se está viviendo hoy, que el uso recreacional de algunas drogas se han puesto de moda. Mayor rendimiento, más tiempo y sensualidad son algunas de las justificaciones expuestas por consumidores. Los expertos aclaran que faltan estudios para dar razones.

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El chemsex o PnP es una práctica que consiste en mantener relaciones sexuales, a veces sesiones que duran más de un día, bajo el consumo de drogas químicas. Su popularidad ha crecido significativamente en los últimos años, prueba de ello son lo expuesto en el documental que hizo David Stuart para Vice UK, Chemsex, o bien navegar dos minutos en Grindr; red social para hombres homosexuales en la que abundan los perfiles con descripciones como “Con aditivos más rico”, “Aditivos +”. Aunque este fenómeno se estudia desde hace un tiempo, no solo porque la práctica va in crescendo; si no por las consecuencias que tiene. Poco se habla del uso de la cannabis en la intimidad, a pesar de que en 2013 la norteamericana Ashley Manta acuñó el término cannasexual, con el fin de exponer esta tendencia.

Pía tiene 37 años y una hija de seis, es diseñadora e ilustradora y la primera vez que ocupó marihuana fue a los 19. Aunque no lo consideraba un requisito al momento de tener sexo, lo cierto es que la usaba de forma relativamente habitual hasta que quedó embarazada en 2014 y volvió a fumar en sus encuentros hace tres años. “Desde que me separé lo he vuelto a hacer y ahora es algo mucho más recurrente. Cuando se puede, lo hago y me encanta”, declara. Eduardo tiene 36 años y comenzó a tener relaciones volado de adulto, a los 26, para él no es un requisito, pero sí un “condimento”. Su debut sexo-cannábico le resultó “una sensación muy distinta a la que estaba acostumbrado, como en cierto sentido una suerte de liberación de estar en un estado como de fluidez, no tenía como muchos bloqueos”.

El consumo de la planta puede, eventualmente, aumentar las sensaciones corporales, aliviar la incomodidad y fomentar la intimidad entre quienes sean parte del acto sexual. Ashley Manta, o como ella se define, Ashley “The Cannasexual”, lo sabe bien: el año 2013 desarrolló el concepto cannasexual y desde entonces se ha convertido en un referente del tema; escribió Merry Jane’s The CBD Solution: Sex, ha escrito para Forbes, Rolling Stone, Playboy, Huffington Post, London Times y fue portada de Sexual Health; es conductora del podcast Elevated Intimacy, coach sexual y “Sexpert of the year (2020)” por XBiz Awards.

Nació y vivió en Pennsylvania hasta 2013, año en que se trasladó a California luego de una violación. Cuando entró por primera vez a un dispensario se percató de la infinita variedad de cepas y formatos de marihuana, por lo que no dudó en consultar por algo que le ayudase para el dolor que sentía en la penetración, consecuencia del trauma por abuso. Luego de usar un aceite de CBD Premium de la marca Foria, comenzó todo: “En ese momento Foria era el único producto de mercado para personas con vulva que reducía el dolor y aumentaba el placer, ¡y funcionó! Fui capaz de ser penetrada sin dolor por primera vez en mi vida adulta. Mi cabeza explotó y pensé que no conocía educadores sexuales que hablasen sobre combinar sexo y cannabis, ahí pensé que esto podría ser lo mío y comencé a escribir columnas”, declaró Manta en 2020 a TNMNews.

¿Qué dicen los expertos?

Aunque no hay muchos estudios respecto al vínculo cannabis-sexo, el año 2017 los doctores Andrew Sun y Michael Eisenberg de la Universidad de Stanford publicaron Asociación entre el consumo de Marihuana y frecuencia sexual en Estados Unidos, en The Journal of Sexual Medicine; indagación que reflejó que los consumidores habituales de la planta, tanto hombres como mujeres, tenían mayor deseo sexual y más encuentros que quienes no la ocupan. La misma investigación también concluyó que el uso excesivo provoca una disminución y debilitación de los espermatozoides. El abuso de la sustancia también puede tener otras consecuencias, de acuerdo al psicólogo Manuel Muñoz, puede causar disfunción eréctil y falta de deseo por fatiga física. “Para mí ese son los riesgos: el acostumbramiento, la pérdida de libertad, necesitar algo para tener un encuentro sexual. Y eso no tiene tintes morales, estás dependiendo de algo”, indica.

Según Stuart, la práctica de usar la cannabis en las relaciones sexuales no ha sido tan repasada porque no tiene las mismas implicancias que el uso de químicos: mayor riesgo de contraer VIH, problemas de salud mental y adicción. “No funciona de la misma manera, simplemente no es lo suficientemente fuerte como para bloquearte. Si tomo metanfetamina no me importan los condones, ni el mañana, ni mi salud. No me preocupan los riesgos ni las consecuencias y es aún más difícil sentir empatía por la persona con la que estoy teniendo sexo. Si fumo, todavía puedo preocuparme por esas cosas. La marihuana puede mejorar el sexo, pero no provoca un aumento de muertes ni hospitalizaciones”, declaró.

Aunque el concepto chemsex, también llamado PnP (Party and Play), hace referencia a un fenómeno cultural gay, lo cierto es que la aplicación de drogas químicas en el ámbito sexual no se limita a hombres homosexuales. “He tenido chemsex y sí es distinto, o sea, te da además una energía y una brutalidad que no te la entrega la marihuana que más bien como que te deja ser, dependiendo de cada persona”, señala Pía. Por su parte Eduardo, de 24 años y estudiante heterosexual de ingeniería, usa éxtasis para llegar a una sensación “más alzada”. “La marihuana es más relajante, más corpórea, sensitiva… El éxtasis es más como brusco, más duradero”, aclara.

La última década en la región ha traído consigo legalizaciones parciales o totales del consumo: Argentina, Colombia, Ecuador, Paraguay, Chile y Puerto Rico permiten el uso medicinal, mientras que en México y Uruguay se permite lo recreativo. Para Carolina de Benedetto, socióloga de la Universidad de Buenos Aires, a ese factor hay que sumarle el hecho de que la cannabis “se adapta muy bien a las necesidades actuales de los jóvenes adultos que necesitan desconectarse no solo de sus cuerpos, si no que también de mente y espíritu. Los niveles de estrés son altísimos y eso hace que se necesite, a veces, de una ayuda química o natural para poder desconectar de las obligaciones del sistema y conectar con un otre a un nivel íntimo, vulnerable”.

Es preciso aclarar que manipular la planta en el sexo no implica estar drogado, ya que su modo de empleo no se limita a la combustión: cremas, aerosoles, bálsamos y vapers pueden transformar la experiencia íntima. El uso intencional de cannabis, puede conducir al placer, conexión y orgasmo, mientras que la incomodidad, preocupación y vergüenza eventualmente desaparecen. “Creo que el sexo con marihuana probablemente está en aumento, puede hacer que el sexo sea mejor y no provocar un aumento de muertes y hospitalizaciones”, precisa Stuart. “Creo que su uso va en aumento tanto como el estigma social comienza a desvanecerse. Gente de todas las edades han encontrado beneficios en sus prácticas”, complementa Manta. Con o sin marihuana, la sexualidad en todas sus dimensiones dejó de ser un tópico tabú. En ese sentido, el Estado tiene plena responsabilidad en lo relativo a la educación sexual, cuyo único fin debiese ser brindar la información necesaria para tomar las decisiones que a cada quién le resulten correctas, así como atreverse a explorar con seguridad e información formas no hegemónicas y alternativas de intimidad.

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