La cannabis vale ahora más como cultivo agrícola que el arroz o las papas en Estados Unidos. Eso según el reporte anual de Leafly, publicado el martes pasado, que investiga en detalle los niveles de cosecha de cannabis en el país norteamericano. El resultado de este año impresiona, no sólo porque superó a productos antes mencionados, también porque se posiciona como el sexto mayor cultivo comercial más grande en ese país, a pesar de estar prohibido a nivel federal. Una locura.
Según el informe, se estima que en 2022 se cultivaron 2.834 toneladas métricas de cannabis entre 13.297 granjas, 10.000 familias y “decenas de miles de trabajadores” en 15 estados donde el cannabis recreativo está regulado a nivel estatal. Por ahora, los únicos cultivos estadounidenses que superan al cannabis recreativo en valor son los principales como el maíz, soya, el trigo y el algodón.
El Informe sobre la Cosecha de Cannabis 2022 de Leafly concluye que, en general, los cultivadores de hierba del oeste de EE.UU. cultivaron demasiado en el último año. Mientras tanto, los agricultores del Medio Oeste y del Este no cultivaron lo suficiente para satisfacer la demanda de su región. Debido a la prohibición federal, los agricultores con licencia no pueden vender a través de las fronteras interestatales. Sin embargo, el mercado ilícito sí lo hace.
Esta dinámica, dice el texto, perjudica a los agricultores occidentales legales, mientras que cobra en exceso a los clientes del Medio Oeste y la Costa Este. Los residentes de Illinois y Maine, por ejemplo, pagan algunos de los precios más altos por la marihuana en el país. Los de Colorado, Oregón y California pagan algunos de los precios más bajos. “Es una simple regla de la economía: mayor demanda, menos oferta, encarece todo”.
Otro de los hallazgos sugiere que el Congreso tiene que cumplir con la voluntad del 68% de los votantes y enviar los proyectos de reforma del cannabis al presidente Biden este año. Pero no cualquier reforma. Los estadounidenses, dice la investigación, quieren votar con sus dólares por el cannabis artesanal, heredado y sostenible, pero no pueden hacerlo todavía. Y es que las pequeñas granjas están fracasando y las corporaciones están tomando el control con cada día de retraso, algo que el modelo gringo ha permitido.
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