Los radiografía a la industria cannábica en Uruguay, después de 5 años de legalización

Lo que todos decían que iba a ser caótico, tenían algo de razón. No todo iba a ser liso como una carnecita al horno, pero la legalización estatal propuesta en Uruguay nos deja muchos resultados positivos y otras por mejorar. Estos son algunos aprendizajes de su modelo.

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Cinco años después de que las farmacias uruguayas comenzaran a vender cannabis para uso recreativo, la ley pionera que dio paso a ese nuevo negocio ha ganado un mayor apoyo público y se han disipado los peores temores sobre las “bandas de zombis” o las tasas de adicción en espiral.

Largas colas se formaron cuando comenzó la venta de marihuana en las farmacias el 19 de julio de 2017, tres años y medio después de que Uruguay se convirtiera en el primer país de la era moderna en legalizar el cannabis. Pero ahora se percibe un ambiente de total normalidad en la farmacia Antartida de Montevideo, uno de los 16 puntos de venta que inicialmente fueron autorizados a vender cannabis.

De hecho, la única diferencia visible entre la venta de marihuana y las transacciones de medicamentos normales es que los compradores deben proporcionar una impresión de su huella dactilar. Como alguna vez lo dijo a LMJ Mercedes Ponce de León, referente cannábica uruguaya: “Ya somos un atractivo para los turistas cannábicos”.

En declaraciones a Efe, el propietario de Antartida, Sergio Redin, dijo que el cannabis se vende desde hace años “sin ningún problema” y que ni siquiera sus clientes más conservadores han dejado de comprar allí.

“Cuando solicitamos (la autorización para vender cannabis), teníamos algunos temores”, dijo. “Era algo totalmente nuevo. Muchas farmacias estaban en contra. Temores sobre la seguridad, que la sociedad, los clientes, lo rechazaran. Nada de eso ocurrió”, dijo.

Milton Romani, exsecretario general de la Junta Nacional de Drogas, el organismo gubernamental encargado de implementar las políticas de drogas en Uruguay, dijo que varios mitos se cernieron sobre la ley que regula la venta de cannabis, que el entonces presidente José Mujica firmó en diciembre de 2013 como una medida contra el narcotráfico.

“No hubo bandas de zombis que atacaran las farmacias, como algunos predijeron”, dijo, y agregó que los temores de que brasileños y argentinos viajaran en masa a Uruguay para comprar cannabis y dispararan los índices de consumo también eran infundados.

“La investigación científica ha demostrado que la legalización y la regulación del cannabis no han aumentado el consumo. Chile no ha regulado ni legalizado (la marihuana), y tiene más consumo que Uruguay. En Uruguay creció un poco al principio pero ahora se ha estabilizado”, dijo Romaní.

El director ejecutivo del Instituto Uruguayo de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), Juan Ignacio Tastas, recordó que la medida pionera de legalizar el cannabis recreativo permitió a las personas cultivar hasta seis plantas en su casa y formar clubes de cultivadores que podían cultivar hasta 99 plantas anuales.

Luego, en 2017, se permitió a las farmacias autorizadas realizar ventas al por menor a los consumidores registrados con huella digital (que ahora suman 49.630), a quienes se les permite una cuota semanal de hasta 10 gramos por semana en todos los puntos de venta.

Tastas señaló que los problemas de suministro desanimaron inicialmente a los posibles clientes.

Redin, por su parte, está de acuerdo en que la demanda superó inicialmente a la oferta en un mercado fuertemente regulado, pero afirma que la situación se ha invertido “totalmente” y que ahora hay mucho cannabis disponible para la venta.

Pero las farmacias también se vieron presionadas por los bancos después de que el dinero del cannabis empezara a entrar en sus cuentas, dijo Tastas, señalando que los bancos de Estados Unidos consideran esos ingresos como ilegales y sus homólogos uruguayos no quieren entrar en conflicto con las leyes financieras relacionadas con las sustancias controladas.

Redin, sin embargo, ve más prometedor el sector y dice que los consumidores se sentirán atraídos por una nueva variedad de cannabis que está preparando el IRCCA y que duplicará el nivel de THC por paquete -la sustancia psicoactiva presente en la marihuana- hasta el 12 o el 13 por ciento.

Testas dice sobre esa novedad que el IRCCA no busca crear un producto con más psicoactividad, sino retener a los clientes que, de otro modo, buscarían cannabis más fuerte por vías no seguras.

“Lo que intentamos es que los consumidores actuales pasen de la ilegalidad a otras fuentes de suministro”, añadió.

Por otra parte, dijo que se están haciendo esfuerzos para convencer a más farmacias de que vendan cannabis con vistas a duplicar al menos el total actual de 28 puntos de venta autorizados.

Y a pesar de los obstáculos en el camino, un área innegable de progreso en los últimos cinco años ha sido la aceptación pública de la ley pionera, con la aprobación pública de la venta de cannabis recreativo que ha subido del 24% en 2012 al 48% en la actualidad.

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