Mientras la oligarquía rusa prohíbe la cannabis en su país, invierten en la industria estadounidense

Roman Abramovic, oligarca ruso y ex dueño de un club de fútbol, es uno de los mayores inversores de Curaleaf, empresa que opera en EEUU y que es considerada como una de las más grandes de la industria.

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Las dudas sobre los vínculos de los propietarios de Curaleaf y Rusia no son nuevas. Y se trata de algo que para los estadunidenses, en el medio de un conflicto bélico vigente que involucra a Rusia, podría tener una repercusión mayor en la industria. Curaleaf es un gigante dentro de la industria norteamericana del cannabis, con una operación que llega a Canadá, Estados Unidos y Europa. Si bien es Estadounidense, transa en la bolsa canadiense y se habla que podría tener un valor de 75.000 millones de dólares en 2030. Hasta hace unos meses, su valor superaba los 3.5 mil millones.

Ese crecimiento exponencial no ha sido gratis, y ha necesitado de una fuerte inyección de capitales cuyas fuentes no eran del todo claras. La utilización de fondos de inversión y ‘palos blancos’ permitieron mantener un enramado que impedía tener certeza de quienes estaban detrás de estos fondos. Eso hasta que la guerra entre Ucrania y Rusia motivó al occidente a sancionar económicamente a la oligarquía rusa, reteniendo o impidiendo transacciones con ciertas empresas y personas rusas, en donde saltó el nombre de Roman Abramovich vinculado a Curaleaf.

Abramovich, de 56 años, es quizá el más conocido de los oligarcas que acabaron controlando gran parte de la economía rusa tras el colapso de la Unión Soviética en la década de 1990. Se convirtió en partidario del presidente ruso Vladimir Putin y asumió cargos gubernamentales tras la llegada de Putin al poder.

Según la información revelada, Curaleaf recibió cientos de millones de dólares en capitales frescos por parte de Roman Abramovich durante sus primeros años. Aunque “el multimillonario ruso se retiró hace tiempo”, aseguraba hoy el presidente ejecutivo de Curaleaf Holdings Inc., en respuesta a un informe de los medios de comunicación.

En concreto, los documentos filtrados muestran que Abramovich financió Palliatech, la compañía que en 2018 se convirtió en Curaleaf, así como Measure 8, una firma de capital de riesgo centrada en el cannabis fundada por Boris Jordan. Si bien el origen ruso de los ejecutivos clave de Curaleaf ya era bien conocido, la participación de Abramovich no lo era. Las empresas con conexiones con Rusia han estado bajo escrutinio desde la invasión de Ucrania, que desencadenó sanciones contra algunos oligarcas y empresas rusas.

Abramovich operó en su día abiertamente en los círculos empresariales occidentales, como propietario del Chelsea Football Club, de viviendas de lujo y de una participación en el grupo siderúrgico londinense Evraz Plc. Incluso entonces, su relación con el Presidente ruso Vladimir Putin era controvertida.

Todos esos activos fueron vendidos o congelados tras la invasión de Ucrania, junto con los de otros miembros de la élite empresarial rusa. Abramovich ha sido sancionado en el Reino Unido, la UE y Canadá, aunque no en Estados Unidos.

Jordan, ciudadano estadounidense que en su día dirigió la oficina de Credit Suisse Group AG en Moscú y ayudó a privatizar activos estatales rusos tras la caída del comunismo, ha dicho que quienes, como él, son ciudadanos estadounidenses no deberían ser discriminados por tener vínculos con Rusia.

En una entrevista el viernes, dijo que las revelaciones sobre inversiones anteriores de Abramovich no deberían afectar a Curaleaf, que tiene su sede en Wakefield, Massachusetts.

“Nos prestó dinero a Andrey y a mí para invertir. Todos esos fondos han sido devueltos hace mucho tiempo, antes de la guerra, a finales de 2020 o finales de 2021”, dijo Jordan, refiriéndose a Andrey Blokh, un gran accionista actual de Curaleaf. “Curaleaf hoy no tiene a Roman Abramovich como accionista, que sepamos“.

La ironía

En Rusia el consumo de cualquier tipo de droga es sancionada fuertemente. No es necesario recordar el bullado caso de Brittney Griner, basquetbolista profesional, quien se vio enfrentada a la justicia rusa por poseer cannabis. La marihuana sigue siendo fuertemente criminalizada en el régimen de Vladimir Putin, donde no existe un espacio para la diversidad o disidencias.

Pero eso no detuvo a los oligarcas rusos de invertir dinero en ’emprendimientos’ en la naciente industria del cannabis en Canadá y Estados Unidos. Poco le importó a los estadounidenses recibir ese dinero. Mientras tanto, en Rusia se puede quebrantar los Derechos Humanos e impedir el consumo legítimo de cannabis, muchas veces bajo la oposición de quienes mismos ganan dinero por ello.

Sería interesante que el señor Abramovich tomara ese beneficio que él tuvo en el occidente con la cannabis y lo aplicara en su madre patria.

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