Bajo precio de la mota en Europa afectó el negocio internacional de Uruguay

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La industria del cáñamo uruguayo, esa que casi no te puedes volar cuando la consumes, tuvo un maravilloso 2020 exportando por primera vez 17 toneladas. Esto según cifras oficiales reportadas por AP del gobierno uruguayo. El año pasado cosecharon unos 300 kilos que exportaron casi todos a Suiza. Con buen precio internacional y creciente demanda apostaron por sembrar cinco hectáreas para cosechar este año. Sin embargo, las exportaciones se desplomaron a siete toneladas durante los primeros 9 meses de este año.

“Cada vez que íbamos a cosechar volvían las lluvias, se inundaban los predios, la producción quedaba afectada, tuvimos que desechar una parte importante de la producción este año porque se llenó de hongos. Los precios bajaron mucho, un 50% del año pasado. De 250 a 150 dólares el kilo cuando el año pasado vendimos en torno a 500 dólares”, señala.

La baja del precio generó incertidumbre. “El año pasado triplicamos el área de cultivo, pasamos de trabajar con tres a 11 granjas asociadas. De 300 kilos cultivados el año pasado llegamos a tres toneladas esta cosecha, íbamos a seguir creciendo pero ante este panorama nos tenemos que quedar quietos”, dice la productora y vocera de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal de Uruguay.

El país de tres millones y medio de personas legalizó la industria del cáñamo, como también la cannabis con más THC para diversos usos, como reacreativos o medicinales.

Autoridades y productores uruguayos buscan llegar a nuevos mercados además del suizo, que en esta temporada rebosa de ofertas de cáñamo de Italia, Chipre, Colombia, Grecia, España y Estados Unidos, entre otros.

En suiza la cannabis tiene una regulación ajustada.

Empresas líder del sector han hecho despidos, como es el caso de la multinacional Aurora Cannabis, que descontinuó la producción de marihuana para farmacias en Uruguay. Este jueves se confirmó el despido de treinta trabajadores rurales que cuidaban sus invernaderos. También hubo y hay seguros de paro, reducciones de personal y algunas empresas adeudan salarios a trabajadores y pagos a proveedores. Además, han habido problemas en cobrar las exportaciones a Suiza por las restricciones bancarias internacionales que aún pesan en el sector, entre otros asuntos financieros.

Muchos de quienes han exportado tampoco han conseguido un retorno económico acorde a la inversión. “El año pasado fue un aprendizaje de prueba y error” dice Ricardo Páez a la AP. Este productor de Paysandú atrajo una inversión de dos millones y medio de dólares, pero solo consiguió vender 125.000 dólares, 450 kilos a Suiza.

Diez de sus doce empleados fijos pasaron al seguro de desempleo. Los inversores no quisieron seguir más y hace un año y medio que no percibe su salario como responsable de la empresa. Menciona que problemas financieros y sobre todo trabas burocráticas incidieron negativamente en el negocio. Sin embargo, Paéz se reinventó y está ensamblando una planta de extracción de aceites de cannabis que piensa poner en funcionamiento en marzo. “Todas las proyecciones del sector son positivas”, concluye.

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