Un gran debate se abrió con las palabras del ex jefe del Observatorio de Drogas de la Organización de Estados Americanos (OEA), Álvaro Briones, cuando se refirió a la posibilidad de legalizar algunos mercados como el de la marihuana.
La posición de Briones, si bien es nueva para él, es un cambio que se está haciendo en todo el mundo. La “guerra contra las drogas” terminó cuando gran parte de los Estados Unidos giró hacia la regulación de la producción, mercado y consumo de marihuana.
“Debemos basarnos en evidencia. Esta nos dice que el narcotráfico está asociado directamente a la violencia y al uso de armas de fuego y, por lo tanto, el Estado tiene que enfrentarlos decididamente“, señaló el Subsecretario Juan Galli a El Mercurio.
El anticuado concepto del Subsecretario, además de mezclar consumidores con narcotraficantes, busca perpetuar la criminalización de personas que consumen marihuana de manera medicinal o, incluso, recreativa.
Carlos Charme, en tanto, advirtió que “la premisa de que legalizando se acaba inmediatamente el mercado negro no está sustentada en la evidencia. En Uruguay, entre el año 2017 y 2018, pese a que legalizaron la marihuana, la incautación aumentó en un 30 por ciento… Lo que significa que sigue habiendo aún más droga que antes”. Claro, porque la incautación significa únicamente que hay más droga que antes.
Plan de la administración Piñera
Hace unas semanas el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA) anunció un plan de 2030 que no es más que una continuación de un modelo fallido. Una posición que busca ayudar a adictos y disminuir el consumo en población vulnerable, pero que no termina con la criminalización de ellos.
El subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, y el director del Senda, Carlos Charme, cuestionaron la posibilidad de que al legalizar el mercado de drogas exista una mayor regulación. De hecho, es esta configuración la que más problemas trae, cuando el servicio de rehabilitación se encuentra bajo la tutela de un organismo de seguridad y no de salud.
Hoy Chile, si bien existe jurisprudencia judicial para salvaguardar a los consumidores de cannabis, se ha transformado en un paría en la región en términos de regulación de la marihuana. Mientras países que han sufrido el verdadero flagelo de los narcotraficantes han avanzado en sus regulaciones, como Colombia y Brasil, Chile se ha quedado atrás.
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