Es uno de los fenómenos más extraños del confinamiento durante la pandemia, pero en el caso del Barrio Rojo, como es más conocido el centro medieval de Ámsterdam, la pandemia ha traído rachas de calma inesperada. Mientras los fumadores de fin de semana se quedan en sus países, los habitantes han recuperado las calles bordeadas de canales de su propia ciudad.
Algo que la alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, espera que siga así. Tanto que el pasado enero pidió que se prohibiera a los extranjeros comprar cannabis en los famosos coffee shops de la ciudad una vez que el destino vuelva a abrirse a los viajeros internacionales.
De esta manera, Ámsterdam sigue los pasos de varias ciudades holandesas, entre ellas Maastricht, un “criterio de residencia” limitaría las ventas a los residentes y nacionales holandeses. Todo parte de una misión más amplia para corregir el desequilibrio entre visitantes y locales.
La alcaldesa cita una encuesta del gobierno que sugiere que para el 57% de los turistas de entre 18 y 35 años, las cafeterías eran una “razón muy importante” para elegir la capital holandesa como destino. Según los planes de Halsema, las 166 cafeterías de Ámsterdam -casi el 30% del total de los Países Bajos- se reducirían a 68, número que, según la encuesta, es suficiente para satisfacer la demanda local.
Posible baja de turista
Sin embargo, si el número de visitantes se reduce un poco, puede que no sea algo malo, dicen las autoridades holandesas. Hoy Ámsterdam, con una población que no supera el millón, atraía a 19 millones de visitantes en un año normal. Al igual que otros lugares de interés turístico como Venecia y Reikiavik, la ciudad tiene un problema de exceso de turismo y que tiene con los nervios arriba a los residentes.
De hecho, en los dos últimos años, los autobuses turísticos se han desviado a las afueras de la ciudad siempre que ha sido posible, los visitantes de los cruceros se han reducido gracias a un nuevo impuesto sobre los pasajeros que llegan y se han prohibido las visitas guiadas a los escaparates del Barrio Rojo. Las operaciones tipo Airbnb también son ilegales en tres barrios del centro. Simbólicamente, a finales de 2018, se retiró el icónico cartel “I Amsterdam” junto al Rijksmuseum, causa de amontonamientos de selfies; un año después, la junta de turismo de los Países Bajos dejó de lado la promoción de la capital holandesa en favor de la “gestión de destinos.” La prohibición del turismo del cannabis podría ser el siguiente paso lógico.
Joachim Helms, presidente de la Asociación de Comerciantes de Cannabis de Ámsterdam y copropietario de los coffee shops Green House de Ámsterdam, se muestra escéptico de que funcione. “Vemos el tipo de turistas que visitan los coffee shops todos los días, y son personas que se alojan en hoteles de cinco estrellas, que van a museos”, dice a Traveler.
El estatus de la cannabis en Holanda
Ámsterdam se hizo conocido a nivel mundial como EL destino para los fumadores de hierba, aunque detrás de esto esconde una paradoja insostenible: mientras que los coffee shops pueden vender legalmente cannabis para uso personal -una política de tolerancia introducida en la década de 1980-, es ilegal cultivar marihuana, lo que empuja a partes cruciales de la industria a la clandestinidad.
Actualmente, el gobierno neerlandés está poniendo a prueba un programa para permitir el cultivo y el suministro legal de marihuana por parte de 10 empresas seleccionadas, en lo que será una primicia europea. Sin embargo, algunos dicen que la medida de prohibir la hierba a los visitantes en la capital del país es un paso atrás.
“La hierba se está legalizando en todo el mundo y, en consecuencia, también se está normalizando”, dice Helms. “En Ámsterdam, la gente va a seguir queriendo fumar cannabis y tendrá que acudir a un vendedor ambulante ilegal. Reducir la oferta no reducirá la demanda”.