Aproximadamente el 90% de los más de 2.100 participantes en la encuesta, publicada el miércoles en la revista Substance Use & Misuse, afirmó que el cannabis era “muy” o “extremadamente” útil para tratar afecciones médicas, como la ansiedad, el dolor crónico, la depresión, el insomnio y el trastorno de estrés postraumático, mientras que el 88,7% dijo que era importante para su calidad de vida.
De las más de tres quintas partes de los participantes en la encuesta que habían estado tomando opiáceos -incluyendo oxicodona y codeína- antes de que se les prescribiera el cannabis medicinal, el 79% pudo dejar de consumirlos o reducir su consumo una vez que empezó a utilizarlo.
Casi el 86% dijo que le ayudó a reducir el dolor, y el 84% dijo que su dolor no interfería con las actividades sociales normales tanto como lo hacía antes de empezar a tomar marihuana medicinal. Los mayores efectos secundarios, según los investigadores de Emerald Coast Research y la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Florida, fueron la sequedad de boca, el aumento del apetito y la somnolencia.
70,168. Ese es el número de personas que murieron por sobredosis relacionadas con los opioides en Estados Unidos en 2020, lo que supone un aumento del 37% respecto al año anterior, según un informe publicado en la revista Lancet. Las muertes por opioides con o sin receta se han multiplicado por más de ocho en Estados Unidos desde 1999 hasta 2020, con más de 550.000 muertes en ese periodo de 21 años, según el estudio.
El consumo de cannabis ha aumentado desde que se legalizó su uso médico en 37 estados y su uso recreativo en 19 estados y en Washington D.C., y las encuestas recientes sugieren que una gran mayoría de los estadounidenses está a favor de la legalización total. Aunque los científicos admiten que aún queda mucho por investigar sobre sus posibles beneficios para la salud, hay razones para creer que los compuestos no psicoactivos de la marihuana (CBD) podrían ayudar a tratar el dolor crónico.
La semana pasada, el gobierno de Biden anunció un gasto de 1.500 millones de dólares para los estados, las tierras tribales y los territorios para medicamentos contra la sobredosis, incluida la naloxona, utilizada para combatir las sobredosis de opioides. Se cree que la crisis en Estados Unidos se ve agravada por las campañas de marketing engañosas de las grandes empresas farmacéuticas y la mínima supervisión. En febrero, los expertos en salud de la Comisión Stanford-Lancet sobre la Crisis de los Opiáceos en América del Norte advirtieron que podría haber más de 1,2 millones de muertes por opiáceos en Estados Unidos y Canadá para 2029 si no se toman medidas.