Si las cifras oficiales de las drogas incautadas por las autoridades son creíbles, Japón se ha drogado mucho durante la pandemia. El Japan Times informa de que la cantidad de “cannabis líquido” (que interpretamos como extractos y aceites de cannabis -como tinturas- en lugar de bebidas de hierba) incautada por las aduanas de Tokio se disparó en 2020, llegando a ser 70 veces más que en 2019.
En el primer semestre de 2020, los funcionarios se incautaron de nueve kilogramos de cannabis en forma líquida. En la segunda mitad, 18 kilogramos. Compárese con los apenas 400 gramos de todo el año 2019. Aunque el uso de la planta de cannabis como textil y medicina se ha documentado en el país desde el neolítico, Japón prohibió la sustancia en 1948 y ahora es conocido por sus leyes extremadamente estrictas sobre el cannabis.
Sólo la posesión de marihuana puede suponer hasta cinco años de cárcel, la misma pena, según Vice News, que facilitar el tráfico sexual de niños. Así pues, el espectacular aumento de extractos incautados podría indicar que los consumidores japoneses se están volviendo más inteligentes a la hora de transportar formas de cannabis menos detectables. Aunque a mucha gente le pillen con hierba, los frascos pequeños pueden disimularse mucho más fácilmente y suelen emitir menos olor que las bolsas de flor entera.
Sea como fuere, según la ley, parece que son las generaciones más jóvenes las que hacen estos movimientos de hierba. “Muchos consumidores son jóvenes”, dijo un funcionario no identificado del Departamento de Policía Metropolitana de Tokio. “Mi impresión es que su uso se ha extendido en los últimos 10 años, más o menos”. El funcionario añadió que, debido a las crecientes cifras, la agencia “reforzará nuestra represión”.
¿Posible flexibilización en Japón?
Por ejemplo, un actor de 44 años llamado Yusuke Iseya fue condenado a un año de cárcel en suspenso después de que la policía encontrara 13 gramos de cannabis en su casa. En su juicio de diciembre, Iseya (que interpretó a un instructor de la academia de policía en la película Detective Novato del año pasado) dijo que había fumado hierba durante casi 15 años.
“Pensé que el alcohol no era adecuado porque me afectaría al día siguiente y tenía que mantener mi cuerpo”, dijo Iseya al tribunal en su acusación. “Elegí la marihuana porque tiene menos impacto”.
Un enfoque tan punitivo de la droga no parece cuadrar con las posesiones financieras del gobierno. Esto claro, al ver el reporte de Bloomberg que muestra que uno de los Fondo de Inversión de Pensiones del Gobierno (GPIF) posee unos 80 millones de dólares en acciones en al menos tres empresas de cannabis. (Es cierto que estos fondos de cannábicos suponen alrededor del 0,005 por ciento de la suma total del GPIF). Esas participaciones incluyen una participación de 50 millones de dólares en la canadiense Canopy Growth, 17 millones de dólares en Cronos Group de Toronto y 17 millones de dólares en Aurora Cannabis Inc. No es ninguna sorpresa.